El Síndrome de Alienación
Parental o SAP es un conjunto de síntomas, que se produce en los hijos, cuando
uno de los padres, transforma la conciencia de los niños con objeto de impedir,
obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor.
Generalmente, esta situación la
provoca uno de los padres respecto al otro, después de un proceso de divorcio o
separación, sin embargo también puede ser provocado por una persona distinta
(la nueva pareja, los abuelos, un tío, etc.). Se han llegado a observar casos
dentro de parejas unidas, aunque son menos frecuentes.
El padre alienador desarrolla un
mensaje en los hijos, que usualmente llamamos “lavado de cerebro”. Los hijos
que sufren este síndrome desarrollan un odio injustificado hacia el progenitor
alienado, que tiene consecuencias devastadoras en el desarrollo físico y
psicológico de los niños. Otras veces, sin llegar a sentir odio, este síndrome provoca
en los hijos un deterioro de la imagen que tienen del padre alienado, es decir,
no se sienten orgullosos de su padre o de su madre como es natural en los demás
niños.
Estos son algunos indicadores
típicos que permitirían detectar síntomas del Síndrome de Alienación Parental:
- Insultar o desvalorizar al otro progenitor en presencia del hijo,
aludiendo cuestiones de pareja que no tienen nada que ver con el vínculo
parental.
- Impedir el derecho de convivencia con sus hijos al otro progenitor.
- Subestimar o ridiculizar los sentimientos de los niños hacia el
otro progenitor.
- Incentivar o premiar la conducta despectiva y de rechazo hacia el otro
progenitor, basta con que los niños vean que esa actitud hace feliz a la
madre o al padre, para ofrecer su dolor y así reconfortar al adulto alienador.
- Influir en los niños con mentiras sobre el otro llegando a asustarlos.
En los niños, el Síndrome de Alienación Parental puede detectarse cuando
intentan justificar el rechazo con explicaciones o razones absurdas e
incoherentes. En ocasiones, también pueden usar diálogos o frases propias de su
progenitor alienador, y palabras o comentarios impropios de su edad.
En ocasiones, el padre alienador
es consciente de los actos que realiza, pero a menudo, éste no es plenamente
consciente de que está produciendo un daño psicológico y emocional en sus
hijos, ni de las consecuencias que puede tener a corto y largo plazo en ellos.
Es muy importante saber que al impedir,
obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor, no se está
menoscabando el derecho del padre o madre, si no que se está impidiendo el
derecho de los niños a crecer en un ambiente saludable donde se propicien las
condiciones que les permitan un adecuado desarrollo psicológico y emocional,
para lo cual, resulta indispensable la convivencia con ambos progenitores.
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